José Lapazaran: “Mi txakoli expresa la hermandad de dos pasiones”
El deportista y productor José Lapazaran dirige su propia bodega ubicada al abrazo de los montes Anboto, Oiz, Mugarra y las marismas de Urdaibai.
Vive un verdadero sueño del que no quiere despertar. Sin embargo, José Lapazaran tiene los pies bien colocados en esa tierra vasca que tanto adora y que tantas satisfacciones le ha dado. Campeón de herri kirolak en diferentes modalidades Lapazaran elabora desde hace apenas un año el txakoli que siempre quiso. “No es mejor, ni peor, es diferente”. Se trata de un vino que lleva su impronta, en el que ha invertido sudor, lágrimas y mucho tiempo. La recompensa por el trabajo bien hecho comienza a aflorar con diferentes reconocimientos.

Esto sí que es entrar por la puerta grande. ¿Contento?
-Feliz, todavía no me lo creo.
Su txakoli ha sido uno de los dos elegidos para representar a la Denominación de Origen este año.
-Así es y encima Lapazaran ha sido elegido como txakoli solidario de Rotary International. Es un proyecto precioso. Todo el dinero recaudado se destina a la erradicación de la polio.
¿Abrumado?
-Mucho. Todo esto me da miedo.
¿Por qué?
-Porque lo habitual no es conseguir que en el primer año te reconozcan y te premien. Yo no imaginaba esto. Para que una marca se pueda consolidar suelen pasar unos años.
Entonces, ¿qué tiene el txakoli Lapazaran?
-Es un vino que hemos mimado desde la tierra hasta que ha llegado a la botella. Pudimos haber sacado el vino en diciembre para la campaña de Navidad y preferimos esperar tres meses más porque sabíamos que el vino iba a estar mucho mejor.
Y no se ha equivocado.
-El txakoli es un vino joven, pero es un vino vivo y tiene sus tiempos de fermentación.
¿A qué sabe su txakoli?
-Es un vino con personalidad que gana en botella, bien trabajado, afrutado y con cuerpo en boca. Tiene su punto de acidez pero es fácil de beber. De todos modos lo mejor es probarlo.
¿Deja huella?
-Sí (Rotundo). El aroma perdura en la boca.
José Lapazaran ya tenía experiencia en el mundo de los txakolis.
-Sí, llevo años trabajando y tengo conocimientos de enología, tratamiento de viñedos, procesos de elaboración y comercialización.
Estos premios conseguidos ahora no son los primeros.
-No. En la bodega Gurrutxaga el vino que producimos conseguimos 91 puntos sobre 100 otorgados por Robert Parker en su prestigiosa guía The wine advocate editada en 2010. Fue la mejor puntuación otorgada entre los vinos del mercado americano con un precio inferior a 20 dólares por botella.
¿Cómo decide dar el salto?
-No fue una decisión fácil y lo he podido hacer gracias al apoyo de mi mujer Elena Ruiz. Quería crear un vino a mi gusto.
¿Y lo ha conseguido?
-Siempre se puede mejorar. Estamos empezando, pero vamos por buen camino.
¿Exigente?
-Debo serlo.
¿Cuántas hectáreas de terreno tiene en el caserío?
-Contamos con más de 23 hectáreas de superficie destinada al cultivo de la auténtica uva Hondarribi Zuri.
¿Dónde está la bodega?
-En Muxika. El caserío Jaureguicorta, datado en 1875, alberga este almacén dedicado a la elaboración de txakoli. Un edificio rodeado de viñedos, que ocupan una superficie de más de 25 hectáreas de uva Hondarribi Zuri.
El mundo de los txakolineros es apasionante, pero también complejo, ¿no?
-Sí lo es. Pero creo que la complejidad también tiene su recompensa. El proceso comienza en la poda y es clave mimar el producto desde el principio. Son un montón de elementos que hay que ir cuidando.
Lapazaran y Lapazaran 2. ¿Por qué 27?
-El 27 son las txapelas que atesoró en los herri kirolak: 22 con el yunque, tres más con el carro, una en carrera de sacos y otra en sokatira.
Ha unido sus dos pasiones.
-Así es. Mi txakoli expresa la hermandad de dos pasiones, el herri kirolak y el txakoli.
¿Productor y también consumidor?
-Por supuesto. Me encanta probar los txakolis que tenemos, que los hay muy buenos.